“Misericordia quiero y no sacrificios.”
Levítico 12:8 es un testimonio elocuente del carácter compasivo de Dios. Este versículo nos invita a reflexionar filosóficamente sobre cómo nuestras leyes, instituciones y sistemas éticos incorporan (o no) el principio divino de misericordia adaptativa que garantiza que lo fundamental – la dignidad, la pertenencia y la posibilidad de restauración – nunca dependa de riquezas,títulos o posesiones. Muestra un Padre que ve la necesidad, que escucha el clamor del que no puede alcanzar el estándar aparente, y que, con amor infinito, extiende una alternativa. Declara que la pureza, la restauración y la plena comunión con Dios están disponibles para todos, ricos y pobres.
Las reflexiones del César 27/07/2025 Ptr.Lic.Julio C.Valdez