Se cuenta que, en 1845, rumbo al exilio, Domingo Faustino Sarmiento escribió con carbón sobre una piedra en la Cordillera de los Andes una frase en francés: "On ne tue point les idées" (Las ideas no se matan). Aquel fue un llamado a resistir la barbarie,advirtiendo que aunque se persiga al pensador, el pensamiento permanece intacto, esperando su momento para volver a florecer.No se trata de restaurar nostálgicamente los viejos relatos.Se trata de forjar un nuevo metarrelato, dialéctico y espiritual, que tenga en su centro la empatía con el otro y el bien común.
Las reflexiones del César 23/11/2025 Ptr.Lic. Julio C.Valdez.
Las ideas de Justicia, Solidaridad y Dignidad humana son ideas eternas. Pueden ser perseguidas, ridiculizadas o aparentemente olvidadas en un período histórico, pero, como el "Espíritu que sopla donde quiere" (Juan 3:8), tarde o temprano resurgen con nueva fuerza. El individualismo extremo no las ha matado; solo ha creado las condiciones para que regresen, no como consignas ideológicas, sino como imperativos existenciales basados en la interdependencia humana.
Vivimos tiempos donde parece que las ideas que sostenían al mundo de antaño han muerto, ya no quedan grandes relatos de esperanza. Las ideas de Justicia Social y futuro compartido parecen conceptos de museo, piezas arqueológicas en una modernidad que ha entronizado al yo por encima del nosotros.
La Tiranía del individualismo
En la actualidad intentar matar las ideas surgidas del pensamiento crítico no se hace utilizando la censura pura y dura, sino que se apela a la "cultura de la cancelación" de personas y pensamientos,es decir,directamente se ignora o se "mata con la indiferencia" lo que incómoda,no gusta o molesta al relato hegemónico. La competencia entre individualistas ha instaurado el credo del «sálvese quien pueda», haciéndonos olvidar esa sentencia antigua y terrible:
“Ay del que está solo, pues si cae, no habrá quien lo levante” (Eclesiastés 4:10).
Poco a poco se va consolidando una sociedad basada en la sospecha del otro, que va normalizando las diversas exclusiones. Pero aquí es donde el pensamiento filosófico y la fe bíblica se dan la mano para ejercer la mayor de las rebeldías: la afirmación de la dignidad humana.
Si las ideas no se matan, es porque el espíritu humano —esa imagen de Dios en nosotros (Génesis 1:27)— no puede ser domesticado por el consumismo mezquino ni silenciado por el cinismo. La historia no es una línea recta hacia el abismo; la historia puede girar. ¿Por qué? Porque el espíritu es libre y «sopla donde quiere» (Juan 3:8).
El Compromiso como Resistencia
Decir que las ideas no mueren no es una invitación a la pasividad, sino un llamado a la acción. Las ideas sobreviven solo si se encarnan en personas dispuestas a luchar por ellas. No se trata de cultivar el resentimiento o el odio, sino de «vencer el mal con el bien» (Romanos 12:21).
En un mundo de incertidumbre, la verdadera "idea" que debemos rescatar es la imaginación espiritual. Es la capacidad de ver lo que el ojo cínico no ve. Es la fe descrita en Hebreos 11:1: «la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve».
Imaginar un mundo solidario cuando todo alrededor destila egoísmo es el acto revolucionario definitivo.
El Regreso al Bien Común
Para que esa idea inmortal reviva, necesitamos el lenguaje de la empatía. No la empatía como un "sentir lástima", sino como el mandato sagrado de Cristo: «Todo cuanto quieran que los demás hagan con ustedes, háganlo también ustedes con ellos» (Mateo 7:12).
Debemos repudiar la violencia verbal que fractura y divide. Si las ideas no se matan, tampoco deben usarse para matar al otro. De una misma boca no puede salir bendición y maldición. El gran relato que debemos recuperar, ese que ha sobrevivido a imperios, guerras y crisis, es el relato del Bien Común.
Es el relato del buen samaritano que se detiene a vendar heridas (Lucas 10:33–34) en un camino donde todos los demás pasan de largo..
El amor al prójimo, la justicia y la esperanza están vivos, latentes, esperando a ser despertados por nosotros. Ese relato todavía puede escribirse, si tenemos la valentía de dejarnos guiar por Aquel que «hace nuevas todas las cosas» (Apocalipsis 21:5). |
Demás está decir que me hago cargo de mis dichos y pensamientos.
Familiares,amigos o feligreses no deben ser responsabilizados por ellos.
HASTA LA SEMANA PROXIMA AMIGOS Y QUE DIOS LOS BENDIGA.
La frase: "A veces no se trata de hallar a la persona correcta, sino de serla. Cuando curamos nuestras heridas y aprendemos a habitarnos, el amor deja de doler y comienza a florecer desde un lugar más puro,". Este enfoque no es una mera filosofía de autoayuda, sino un eco directo de los principios bíblicos de la conversión, la santificación y la gracia.
Vivimos tiempos en que ha cobrado nueva fuerza el mito del jugador solitario, el conquistador implacable que avanza sin mirar atrás, el emprendedor o "self made man" (1) que no se detiene ante nada,camino a "la cima". El "éxito" se mide en metros ganados, en puestos escalados, en bienes acumulados El tablero, en su aparente simplicidad, nos confronta con la falacia de esta visión estrecha de lo que se entiende por "triunfo". ¿De qué sirve ser el primero en llegar a la meta si, en el camino, hemos dejado atrás a compañeros de juego, vencidos,heridos,rotos por la mala fortuna o la suerte de un mal lance?
Levítico 12:8 es un testimonio elocuente del carácter compasivo de Dios. Este versículo nos invita a reflexionar filosóficamente sobre cómo nuestras leyes, instituciones y sistemas éticos incorporan (o no) el principio divino de misericordia adaptativa que garantiza que lo fundamental – la dignidad, la pertenencia y la posibilidad de restauración – nunca dependa de riquezas,títulos o posesiones. Muestra un Padre que ve la necesidad, que escucha el clamor del que no puede alcanzar el estándar aparente, y que, con amor infinito, extiende una alternativa. Declara que la pureza, la restauración y la plena comunión con Dios están disponibles para todos, ricos y pobres.
En un mundo donde la concordancia de opiniones a menudo se celebra, y el disenso es visto con recelo y rabia, surge una.incognita profunda: ¿vale la pena arriesgarse a expresar públicamente un pensamiento distinto al sostenido por la mayoria?
Es importante diferenciar a una persona fría de una desinteresada.La primera quizás no use muchas palabras dulces, pero su afecto se manifiesta a través de acciones significativas. Demuestra su amor de maneras prácticas y tangibles.La persona desinteresada no solo carece de gestos amorosos, sino que a menudo justifica su actitud con un simple y egoista "así soy yo".
En el intrincado mapa de la existencia humana, una contradicción persistente marca el camino: reconocemos intelectualmente que la cercanía a lo divino –llámese Dios, espiritualidad o sentido trascendente– promete serenidad, alegría profunda y un consuelo que el mundo laico no puede ofrecer. Sin embargo, con frecuencia, en lugar de avanzar hacia ese mundo de orden y paz , damos la espalda y nos adentramos en lo caótico e incierto.
A veces, la barrera no está en tu forma de explicar, sino en la disposición del otro para escuchar. Quienes se resisten a entender tu verdad, suelen estar luchando con sus propias comprensiones internas. Cada persona tiene su propio proceso de entendimiento y no siempre están listos para lo que les compartes.
Aquellos que no tienen la capacidad o la voluntad de crear por sí mismos, al ver el éxito y la creación ajena, sienten envidia y frustración. La destrucción se convierte en una forma distorsionada de autoafirmación para quienes carecen de la capacidad de construir.Hay individuos que al sentirse impotentes o incapaces de generar algo positivo, recurren a actos destructivos como una forma de afirmar su existencia o impactar al mundo, incluso si ese impacto es negativo.La destrucción no es solo un acto de malicia, sino un intento malsano de obtener reconocimiento a cualquier costo. La personalidad de la mayoría de los villanos de historieta esta construida sobre esta premisa.
La frase: "A veces no se trata de hallar a la persona correcta, sino de serla. Cuando curamos nuestras heridas y aprendemos a habitarnos, el amor deja de doler y comienza a florecer desde un lugar más puro,". Este enfoque no es una mera filosofía de autoayuda, sino un eco directo de los principios bíblicos de la conversión, la santificación y la gracia.
Aunque no conformen un bloque homogéneo hay una amplia gama de economistas, políticos y comunicadores que se autodenominan liberales, neoliberales o algo por el estilo y que suelen compartir un glosario de palabras presentadas como mágicas y solucionistas: modernización,reforma,productividad, eficiencia,flexibilización laboral,quita de impuestos, palabras que expresan ideas que, en la práctica,terminan favoreciendo a los mismos de siempre: los más ricos y privilegiados de la sociedad.
En un contexto de profundas transformaciones económicas y sociales,el gobierno de Javier Milei ha desatado un intenso debate sobre el rumbo que está tomando la Argentina. Para muchos analistas y sectores de la sociedad civil, el objetivo último de sus políticas no es solo un ajuste fiscal, sino un intento deliberado de retrotraer al país a épocas oscuras, donde la desigualdad, la injusticia y la xenofobia eran promovidas como política de Estado. Un espejo inquietante de este presente lo encontramos en una norma nefasta del pasado: la "Ley de Residencia".
Se cuenta que, en 1845, rumbo al exilio, Domingo Faustino Sarmiento escribió con carbón sobre una piedra en la Cordillera de los Andes una frase en francés: "On ne tue point les idées" (Las ideas no se matan). Aquel fue un llamado a resistir la barbarie,advirtiendo que aunque se persiga al pensador, el pensamiento permanece intacto, esperando su momento para volver a florecer.No se trata de restaurar nostálgicamente los viejos relatos.Se trata de forjar un nuevo metarrelato, dialéctico y espiritual, que tenga en su centro la empatía con el otro y el bien común.
En el volátil escenario de las relaciones internacionales y la opinión pública, la figura del presidente venezolano Nicolás Maduro genera reacciones intensas y polarizadas. Desde acusaciones grotescas —como las de supuesto narcotráfico o maltrato animal— hasta señalamientos políticos más serios sobre autoritarismo y crisis humanitaria, Maduro se ha convertido en un imán para las diatribas más encendidas.
